lunes, 28 de junio de 2010

Los Imperios Trolls y El Alma del Demonio

A pesar del gran conocimiento y el amplio desarrollo de su civilización, los Kaldorei no conocieron hasta muy tardíamente, la existencia de otras culturas inteligentes. Muy hacia el este, en el otro extremo de Kalimdor, mucho tiempo antes del Ocaso del Mundo, otra raza había logrado forjar un inmenso imperio guerrero. Mil años antes de que la raza de los kaldorei naciera existían dos imperios trolls enfrentados: Gurubashi y Amani. Se cree que su origen se encuentra en lo que se conoce como el Valle de Strangletorn, donde impenetrables junglas evitaban el asedio a su ciudad principal y más antigua, Zul’gurub. Los Amani, que constituyeron su imperio en el norte, en lo que después fue Lordaeron, fundaron la gran ciudad de Zul’Aman. También había otro imperio en el norte, Gundrak, pero nunca se ganó la importancia de estas dos. Aunque constituían una misma raza, no se tenían en alta estima, pero estaban unidos para derrotar a unos terribles insectoides llamados Azi'Aqir, cuyo objetivo era destrozar todo aquello que no fuera insecto. Al final tuvieron éxito en su empresa y derrotaron los bastiones de Azjol-Nerub al norte y de Anh'Qirai al sur. 



Tras esto unos pocos trolls comenzaron a explorar el mundo y a evolucionar. Se toparon con el Pozo de la Eternidad y lo utilizaron para sus fines... Por eso puede ser que los Kaldorei o elfos nocturnos procedan de los trolls. Los elfos libraron varias guerras con los imperios trolls, hasta que al final lograron expulsarles por completo. Replegados hacia el este, permanecieron ignorantes de las subsecuentes actividades de los elfos hasta que ocurrió la implosión del Pozo. La catástrofe produjo la división del supercontinente de Kalimdor en cuatro grandes islas, por lo que las distintas tribus trolls quedaron definitivamente aisladas.
 

Los trolls de la jungla adoraban a Hakkar el Devorador de Almas, un sanguinario dios que era seguido de manera absolutamente devota por una parte de ellos, los Atal'ai. Hakkar demandó las almas de los niños trolls para manifestarse en el mundo, por lo que los trolls se dieron cuenta de que era perverso y les conduciría a su propia destrucción, por lo que acordaron renunciar a él, causando la gran ira de Hakkar. Solamente los Atal'ai siguieron fieles al corrupto dios, por lo que los Gurubashi los expulsaron de Strangletorn, y emigraron hacia el Pantano de las Lamentaciones. Divididos por esta decisión, los Gurubashi iniciaron una terrible guerra tribal, donde dos prominentes tribus, Skullsplitter y Darkspear, luchaban por el predominio. Finalmente, cada uno tomó su propio camino y tierras. El poderío y superioridad de los Skullsplitter obligó a los Darkspear a abandonar para siempre el continente, y fueron exiliados a una isla del Gran Mar, la que han habitado desde entonces.
Mientras tanto, los trolls Atal’ai continuaron tratado de invocar a su dios Hakkar. En el tiempo en que los Kaldorei empezaron a reconstruir sus ciudades en el norte del nuevo Kalimdor, los Atal’ai iniciaron una serie de cultos y sacrificios para lograr que Hakkar se materializara en el mundo físico. Ante el inminente peligro que significaba este hecho, Ysera La Soñadora envió a uno de sus hijos preferidos, Eranikus, a advertirles de la nueva e inminente catástrofe. Ante la insistencia de los profetas y brujos Atal’ai de continuar con el ritual, Ysera en persona llegó para combatirlos, y con sus inmensos poderes, hundió la ciudadela de los Atal’ai, formando lo 
que se llama la Fosa de las Lágrimas. Debido a esto, Hakkar en retribución, utilizó sus inmensos poderes para corromper a Ysera, por lo que los Grandes Aspectos, ante la conmoción que podría producir la pérdida de otro de sus hermanos, la dejaron encerrada para siempre en el etéreo mundo del Sueño Esmeralda. Para estabilizar los continuos poderes de Ysera y evitar que la corrupción acabara con el balance de la vida natural sobre Azeroth, los Grandes Aspectos acordaron con los druidas Kaldorei que ellos penetrarían en el Sueño Esmeralda y serían el soporte de Ysera a través de las generaciones, a cambio de hacer crecer el Arbol del Mundo.
Neltharion, el maligno dragón negro, sin embargo, tenía otros planes para con sus hermanos los Grandes Aspectos. Corrompido profundamente por la terrible fuerza maligna de los poderes de la Legión, Neltharion desarrolló un malvado ardid para convercer a los otros dragones de ceder parte de sus poderes a un artefacto mágico llamado el Alma del Demonio. Hablando a sus hermanos, les dijo que ellos, los dragones, no vivirían por siempre, sino que llegaría el día en que, con su desaparición, las razas mortales dominarían el mundo, y nada las protegería de la Legión Ardiente. En un esfuerzo para pararse para esta época, Neltharion convenció a su hermano Malygos, el Dragón Azul Señor de la Magia, de imbuir sus poderes en el Alma del Demonio, con el objetivo de utilizarlo como arma ante una nueva invasión de la Legión Ardiente. Aunque los dragones alados no estaban muy seguros de confiar en Neltharion, la reciente batalla de Ysera con Hakkar y la Guerra de los Ancestros habían demostrado que sus esfuerzos no habían sido suficientes para contener a las fuerzas malignas. Recordando el encargo de los Titanes, decidieron aceptar la propuesta de Neltharion. Éste, sin embargo, no cedió sus poderes al artefacto. Su objetivo estaba claro: con todos sus poderes intactos, Neltharion se convertiría en el más fuerte de todos los dragones. Rompiendo su promesa, utilizó el Alma de Demonio para destruir a los dragones azules. Malygos quedó solo y sin herencia, por lo que viajó al helado Northrend para refugiarse y creó un gran cementerio para sus hijos, conocido como el Dragonbligth, donde pudieran descansar sus restos. Encargó a uno de sus sirvientes sobrevivientes, el poderoso Sapphiron, de proteger el Dragonblight por todas las edades.


Conociendo las malvadas intenciones de Neltharion, Alexstrasza la Protectora de la Vida tómo el Alma de Demonio y la enterró profundamente en las vetustas montañas de Khaz Modan. Neltharion esperó el momento propicio para atacar…

lunes, 7 de junio de 2010

El Árbol del Mundo y el Sueño Esmeralda

9.000 años antes de la historia conocida como "Warcraft I"


Durante muchos años, los elfos de la noche trabajaron sin descanso para reconstruir lo que pudieron de su antigua tierra natal. Dejando que la foresta cubriera sus templos rotos y sus caminos, construyeron sus nuevos hogares entre los verdes árboles y sombrías colinas de la falda de Hyjal. Con el tiempo, los dragones que habían sobrevivido al gran Diluvio emergieron de sus moradas secretas.

Alexstrasza la roja, Ysera la verde y Nozdormu el broncíneo descendieron sobre los tranquilos claros de los druidas y observaron los frutos del trabajo de los elfos de la noche. Malfurion, que se había convertido en un archidruida de inmenso poder, dio la bienvenida a los poderosos dragones y les habló sobre la creación del nuevo Pozo de la Eternidad. Éstos se alarmaron al escuchar las oscuras noticias que especulaban con la idea de que mientras hubiera un Pozo, la Legión podría volver un día y asaltar al mundo de nuevo. Malfurion y los tres dragones hicieron un pacto: mantener a salvo al Pozo y asegurarse de que los agentes de la Legión Ardiente nunca encontrasen su camino de vuelta al mundo.

Alexstrasza, la Protectora, colocó una bellota encantada en el corazón del Pozo de la Eternidad. La bellota, activada por las poderosas aguas mágicas, brotó hasta ser un árbol colosal. Las fuertes raíces del árbol crecieron en las aguas del Pozo y su copa parecía llegar hasta el techo del cielo. El inmenso árbol sería un símbolo eterno del lazo de los elfos de la noche con la naturaleza y con el paso del tiempo sus energías vitales se expandirían y acabarían curando al resto del mundo. Los elfos de la noche llamaron a su Árbol del Mundo Nordrassil, que significa "la corona de los cielos" en su idioma.

Nozdormu, el Atemporal, colocó un encantamiento en el Árbol del Mundo para asegurarse de que mientras el árbol siguiera en pie, los elfos de la noche no envejecerían ni caerían presa de la enfermedad o la debilidad.

Ysera, la Soñadora, también encantó el Árbol del Mundo, uniéndolo con su propio reino, la dimensión etérea conocida como el Sueño Esmeralda. El Sueño Esmeralda, un mundo enorme y en constante cambio, existe fuera de los límites del mundo físico. Desde el Sueño, Ysera regulaba el flujo de la naturaleza y el camino evolutivo del mundo. Los druidas elfos de la noche, incluido el propio Malfurion, estaban unidos al Sueño mediante el Árbol del Mundo. Como parte del pacto místico, los druidas aceptaron dormir durante siglos seguidos, para que sus espíritus pudieran vagar por las infinitas sendas de los sueños de Ysera. Aunque los druidas estaban apenados por la idea de perder tantos años de su vida hibernando, aceptaron desinteresadamente cumplir el trato con Ysera.