jueves, 6 de mayo de 2010

Sargeras y la Traición

Con el paso del tiempo, las entidades demoníacas encontraron la forma de penetrar en los mundos de los Titanes desde el Torbellino del Vacío, y el Panteón eligió a sus más grandes guerreros, Sargeras, para actuar como primera línea de defensa. El noble gigante de bronce bruñido, Sargeras, cumplió con sus deberes por interminables milenios, buscando y destruyendo demonios donde quiera que los encontrara. A través de los eones, Sargeras encontró dos poderosas razas demoníacas, ambas con ambición de ganar poder y dominio sobre el universo físico.

Los Eredar, una insidiosa raza de hechiceros diabólicos, usaron sus embrujos mágicos para invadir y esclavizar un número de mundos. Las razas indígenas de estos mundos mutaron por los poderes malévolos de los Eredar y se volvieron demonios ellos mismos. Aunque los cercanamente ilimitados poderes de Sargeras eran más que suficientes para derrotar a los viles Eredar, el gigante encontró muchos problemas para detener la corrupción y envilecimiento de las criaturas. Incapaz de soportar tanta depravación, el gran Titán empezó caer en una gran depresión. A pesar de su creciente insatisfacción, Sargeras arrasó del Universo a los brujos atrapándolos en una esquina del Torbellino.

Mientras su confusión y miseria se profundizaban, Sargeras se vio forzado a combatir otro grupo que intentaba romper el orden de los Titanes: los Nathrezim. Esta oscura raza de demonios-vampiro (también conocidos como Señores del Terror) conquistó un número de mundos poblados poseyendo a sus habitantes y volviéndolos hacia la sombra. Los nefastos y esquemáticos señores del terror tornaban a las naciones unas contra otras manipulándolas dentro de un odio irracional y perverso. Sargeras derrotó a los Nathrezim fácilmente, pero su corrupción lo afectó profundamente.

Con sus sentidos obcecados y desesperados, Sargeras perdió toda conciencia no solo de su misión, sino también de la visión de los Titanes de un universo ordenado. Eventualmente, empezó a creer que el concepto de un universo ordenado era inútil, y que el caos y la depravación eran los únicos absolutos del oscuro y solitario universo. Sus compañeros Titanes trataron de persuadirlo de su error y calmar sus iracundas emociones, pero él había interpretado sus más optimistas creencias como desilusiones inútiles. Abandonando sus filas para siempre, Sargeras salió en busca de su propio lugar en el Universo. Aunque el Panteón lamentó profundamente su partida, los Titanes jamás pudieron predecir que tan lejos llegaría su hermano perdido. Con el tiempo, la locura de Sargeras habría consumido sus últimos vestigios de su valioso espíritu, creyendo que los Titanes eran los responsables del fracaso de la creación. Decidido, finalmente, a deshacer sus trabajos en todo el universo, decidió conformar un ejército imparable que consumiría al universo físico.

Eventualmente la forma titánica de Sargeras se fue distorsionando por la corrupción que plagaba su una vez noble corazón. Sus ojos, cabello y barba eructaron en fuego, y su piel metálica broncínea se abrió revelando su nueva forma de odio infinito. En su furia, Sargeras liberó de sus prisiones a los Eredar y los Nathrezim. Estas astutas criaturas se postraron ante la vasta ira el oscuro Titán y ofrecieron servirle en cualquiera de sus maliciosos caminos. De las filas de los poderosos Eredar, Sargeras eligió dos campeones para comandar su demoníaco ejército de destrucción. Kil´jaeden el Embaucador fue elegido para escoger a las más oscuras razas del universo y reclutarlas dentro de las filas de Sargeras. El segundo campeón, Archimonde el Profanador, fue elegido para dirigir los enormes ejércitos en la batalla contra cualquiera de los que osaran resistir los deseos del Titán.
El primer movimiento de Kil´jaeden fue esclavizar a los vampíricos señores del terror bajo su terrible poder. Los señores del terror le servirían como sus agentes personales en el universo, y ellos placenteramente localizarían razas primitivas para que su maestro las corrompiera y las exterminara. El primero entre los señores del terror era Tichondrius el Oscuro, quien servía a Kil´jaeden como el perfecto soldado y llevaría la ardiente voluntad de Sargeras a todas las oscuras esquinas del universo. El poderoso Archimonde también escogió temibles agentes para sí mismo. Llamando a los maléficos señores del foso y su barbárico líder, Mannoroth el Destructor, Archimonde esperaba establecer una élite luchadora que acabaría con cualquier creación de vida. Una vez que Sargeras vio que sus ejércitos fueron amasados y listos para seguir sus mandatos, lanzó sus coléricas fuerzas en la vastedad de la Gran Oscuridad. El bautizó a su creciente ejército como la LEGION ARDIENTE. Hasta la fecha, no está claro cuántos mundos han sido consumidos y quemados por la insana cruzada ardiente alrededor del universo.

2 comentarios:

  1. disculpen no lei todo el texto pero esto trata de un mito de "destruccion" ?

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